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jueves, 21 de enero de 2016

ASÍ SE VUELVE EL CEREBRO ADICTO A LAS DROGAS

 Adicciones


¿Cómo logran las drogas vencer a este órgano y hasta someterlo a su voluntad?




Fuente: Carlos Fernández. www.eltiempo.com
Consciente de ser el comando del cuerpo, y de controlar todo lo que los individuos hacen, incluso cuando están durmiendo, el cerebro confiesa que las drogas pueden interrumpir sus encopetadas tareas y cambiar, de tajo, la forma en la que funcionan el billón de neuronas que lo forman.
Ellas -dice el cerebro en entrevista- se aprovechan y se apoderan de las complicadas redes por las que se comunican entre sí y con el resto del cuerpo ese montón de células nerviosas.
“Cuando las drogas me visitan, al cabo del tiempo terminan tomándose por asalto mis vías de comunicación y tengo que hacer lo que ellas quieran. Eso es terrible”, asegura.
Aunque reconoce que es el directo responsable y afectado por las adicciones, también cree que no es del todo impotente para quitárselas de encima. “Que la gente entienda lo que me ocurre cuando consume alguna de estas sustancias, es de gran ayuda para evitar el desastre que esto nos produce”, manifiesta.
Díganos con sinceridad, ¿todo consumidor de drogas tiene un cerebro enfermo?
Le soy claro: el consumo ocasional o esporádico no me enferma automáticamente… Pero eso no es inofensivo. Por condiciones genéticas, ambientales o de cada persona, entre el 15 y el 20 por ciento de quienes prueban una droga terminan convirtiéndome en un cerebro adicto.
Adicción, tolerancia y dependencia son cosas que se confunden. ¿Podría explicarnos cada una?
Bueno: adicción es un estado mío que conduce, en este caso, al consumo abusivo de una droga con el fin de obtener bienestar o placer y de evitar las consecuencias negativas de su abstinencia; la tolerancia hace que cada vez se necesite más droga para obtener los mismos efectos, y la dependencia es la necesidad del cuerpo de tener niveles determinados de dicha droga en la sangre para funcionar física o mentalmente con normalidad.


¿Cómo es que usted se vuelve adicto?


Para empezar, déjeme decirle que sin drogas soy correcto y ordenado, pero con su presencia algunas partes mías participan activamente de la fiesta. Las principales son la corteza o materia gris, que es mi componente racional e inteligente, y el sistema límbico, que es mi parte primitiva y encargada de las emociones, los instintos, la supervivencia y las funciones vitales. Las dos (corteza y límbico) normalmente tienen sitios que se conectan entre sí a través de redes nerviosas y forman un circuito de recompensa cerebral que, a la larga, se convierte en el sistema clave para la adicción. No quiero que pierda de vista a unas sustancias naturales como la dopamina, la serotonina, las endorfinas y las encefalinas, apodadas neurotransmisores y que llevan mensajes entre neuronas. ¿Listo?
Aún no me ha respondido como se vuelve adicto…
La primera vez que recibo drogas estas engañan al sistema de recompensa y lo hacen liberar dopamina, con lo que crean sensaciones de bienestar y de placer, que yo clasifico como importantes; eso me obliga a prestarles atención y a recordarlas. Si esto se prolonga o se repite hace que artificialmente se mantenga ese placer, que por sí solo no soy capaz de conseguir. El asunto es que el sistema límbico empieza a trabajar más de la cuenta y cree, moldeado por la evolución, que la satisfacción es algo que hay que preservar como parte de la supervivencia, al punto que, progresivamente, se producen cambios en mi estructura que ven el placer como algo normal. Cosa que solo se consigue con la droga.
¿Y eso se puede frenar?
Entienda que aquí la corteza cerebral es doblegada por el sistema límbico. Lo racional cede y se imponen, como le digo, lo instintivo y la falsa interpretación del bienestar producido por el engaño de las drogas que yo percibo como necesario para la sobrevivencia. Por eso, el primer consumo es voluntario y consciente; después es un acto irracional, urgente y forzado, difícil de evitar.
En concreto: ¿Qué le hacen las drogas para terminar dependiendo de ellas?
Como ellas me inundan artificialmente de neurotransmisores como la dopamina, mis neuronas perciben que tienen más de la que necesitan, y la dejan de producir o le cierran sus puertas (disminuyen receptores). Eso hace que la capacidad de la dopamina para producir placer se vaya debilitando. Consecuentemente, la gente se siente triste, deprimida y no concibe la vida sin el bienestar al que ya está acostumbrada. En ese punto, la única forma de alcanzarlo es a través de la droga. Hay que consumir cada vez más. No tengo escapatoria.
Vamos a la práctica: ¿Cómo actúa sobre usted la cocaína?
Es un estimulante que en en las neuronas de los circuitos que le dije, impide que las neuronas recapturen la dopamina. Con eso logra que haya grandes cantidades de esta sustancia, que aumente y prolongue esa estimulación que para mí es placentera. El resto ya lo sabe.
¿Y la heroína?
Ella es una gran actriz, que se hace pasar como neurotransmisor natural, con lo que engaña a mis neuronas y las estimula directamente. Su estímulo lo percibo como un bienestar desbordado que, de prolongarse o repetirse, terminan afectándome por el mismo mecanismo.
¿Y las anfetaminas?
Ellas logran que las neuronas produzcan más dopamina y noradrenalina, otro neurotransmisor.
¿Y el éxtasis y el LSD?
El éxtasis aumenta la dopamina y la serotonina. El LSD actúa principalmente a través de la serotonina; eso hace que los dos sean alucinógenos. Otro día le hablo de eso.
¿Y el cigarrillo y el alcohol?
La nicotina tiene en mis neuronas unos receptores específicos que las empujan a liberar unas sustancias entre las que está la dopamina. El alcohol, por su parte, es un depresor que logra activar mis circuitos de recompensa a través del ácido gamaamino­butírico (GABA). El resto es similar.
¿Es cierto que un cerebro adicto a las drogas no tiene cura?
Quisiera, por mi bien, decir que eso no es cierto. La verdad es que la drogadicción es una enfermedad crónica, que si bien no tiene cura se puede tratar. Existen protocolos eficaces de intervención que deben aplicarse a la medida de cada persona, según el tipo de droga, el grado de afectación y las condiciones en las que se encuentre. Todos son interdisciplinarios y deben ser orientados por expertos con metas claras. Insisto: la drogadicción es una enfermedad.
¿Quiere decir algo más?
Sí: que la mejor estrategia para evitarme daños es la prevención aplicada con seriedad desde la primera infancia. Es lo único en lo que creo de verdad… Y sé por qué se los digo.


DAÑOS CEREBRALES DE LA MARIHUANA


“El uso elevado de la planta puede afectar la estructura del cerebro al dañar los cuerpos callosos de los dos hemisferios, tornando las comunicaciones entre ellos más ineficientes”

Hernán González Rodríguez. www.elespectador.com
En documento publicado por el diario de The Guardian de Londres, el 27 de noviembre pasado, al cual se puede acceder por Google digitando solamente “The Guardian cannabis”, se comenta un estudio de la neurobióloga Paola Dazzan del Institute of Psychatry at King’s College London, en el cual sostiene que los efectos derivados del ingrediente activo de la marihuana, tetrahydrocannabinol –THC-, se presenta en concentraciones de 2 a 4% en la planta tradicional, pero que en las cerca de 100 variedades más potentes que existen hoy, el contenido se eleva a niveles de entre 10% y 14%.
Ahora bien, afirma la neurobióloga en un estudio que se considera el primero sobre el tema, “que el uso elevado de la planta puede afectar la estructura del cerebro al dañar los cuerpos callosos de los dos hemisferios, tornando las comunicaciones entre ellos más ineficientes. Si usted compara el color de los cuerpos callosos de un fumador frecuente de marihuana potente, con otro fumador de baja potencia, difieren uno del otro”.
“La diferencia radica en que el consumidor de la alta potencia suele tener psicosis derivada del elevado THC de su cannabis”, agrega en su estudio publicado en Psychological Medicine.

Los investigadores utilizaron dos técnicas de escaneo, la resonancia magnética –MRI- y el tensor de difusión de imagen –DTI- para examinar los cuerpos callosos de 56 pacientes que habían reportado un episodio de psicosis y 43 pacientes voluntarios sanos de la comunidad local. Más aún, la neurobióloga Dazzan ha llamado la atención sobre el incremento en los casos de psicosis en el sur de Londres, como consecuencia de la facilidad con que se obtiene la droga de alta potencia.
Los escáneres de los consumidores de alta potencia demostraron tener un 2% más de dispersión o de opacidad, “lo cual sugiere que la materia blanca es menos eficiente. No conocemos exactamente lo que significa para la persona, pero esto sugiere una menor eficiencia en la transmisión de la información”.
“Es posible que las personas con daños en la materia blanca estén más predispuestas a fumar marihuana. Pero lo que sí podemos afirmar es que si usted es un consumidor de las plantas de alta potencia, o fuma frecuentemente, su cerebro es diferente del fumador ocasional o de la planta normal”.
Conclusión de la experta Dazzan: “A pesar de que no existe certeza absoluta sobre la relación de causa y efecto, les recomiendo tanto a los usuarios como a los expertos del sector público que muden sus conceptos sobre el uso de la marihuana. Cuando hablamos del alcohol, mencionamos la cantidad ingerida, la frecuencia, si se toma vino, cerveza o whisky. Con relación al THC también debemos tener en cuenta los diferentes contenidos de este”.