Una buena alimentación es vital para que el niño crezca sano y
fuerte. Comer bien afecta no sólo a su crecimiento físico, sino también a su desarrollo
intelectual.
Una buena nutrición y la práctica de ejercicio es la primera línea de defensa contra numerosas enfermedades infantiles que pueden dejar
huellas en los niños de por vida.
La
alimentación es uno de los factores
más importantes que interviene directamente en el correcto crecimiento y
desarrollo de los niños. Si desde la infancia se inculcan unos buenos hábitos
alimentarios, estos favorecerán una vida más saludable en la edad adulta, y
contribuirán a prevenir problemas de salud como obesidad, trastornos cardiovasculares, la diabetes y algunos tipos de cáncer
RECOMENDACIONES
PARA ENSEÑAR BUENOS
HÁBITOS ALIMENTARIOS :
- · Es recomendable no abusar de las grasas vegetales y comer al menos, cinco veces al día frutas y verduras.
- · Transmitir la importancia que tiene la alimentación y la diversidad que hay en función de las necesidades del organismo. Enseñarles la pirámide nuricional.
- · En el supermercado, mostrarles las posibilidades que tenemos en elegir los alimentos adecuados entre un abanico de posibilidades.
- · En el momento de las comidas, enseñarles los buenos hábitos como lavarse las manos antes de comer, los buenos modales en la mesa, comer despacio y con tranquilidad.
- · Dejar que ayuden en la cocina, haciéndoles partícipes, para que aprendan los peligros y los buenos quehaceres.
- · Hacer atractivos los platos, con olores, sabores o texturas, que estimulen las ganas de comer.
- · A la hora de comer, utilizar utensilios que sean manejables para ellos.
- · Que aprendan con vídeos y libros instructivos sobre alimentación.
- · Hacer de la hora de comer un rato agradable, atractivo y relajado.
- · Mantener conversaciones en la mesa, para que ellos puedan expresar sus experiencias y opinen de los olores y sabores de los alimentos.
- · No utilizar los alimentos como premio o castigo..
- · Servirles las porciones adecuadas, que nunca es comparable con un adulto. La ingesta de nutrientes es distinta en función de las distintas etapas de su evolución.
Una correcta alimentación del niño
durante los primeros años de vida puede repercutir positivamente en su estado
de salud, así como en su habilidad para
aprender, comunicarse con los demás, pensar y racionalizar, socializarse,
adaptarse a nuevos ambientes y personas y, sobre todo, en su rendimiento
escolar. Una buena alimentación puede influir notablemente en su futuro.
Siguiendo algunos recomendaciones
básicas, usted puede crear un entorno doméstico que fomente la alimentación
saludable y el mantenimiento de un peso saludable.
Los padres son quienes controlan las
líneas de abastecimiento. Son
ustedes quienes deciden qué alimentos se compran en su casa y cuándo se sirven.
Aunque es de esperar que los niños den la lata a sus padres para que les dejen
comer alimentos menos nutritivos, son los adultos quienes deciden qué alimentos
entran en casa. Los niños no se quedarán con hambre porque en su casa no hay lo
que más les apetece comer. Comerán lo que haya en los armarios y la nevera. Si el
tentempié favorito de su hijo no tiene nada de nutritivo usted puede
comprárselo de vez en cuando para que no se atiborre de ese alimento en cuanto
caiga en sus manos.
De los alimentos que ofrezca a
su hijo, déjele elegir lo que quiere comer. Los niños también deben
tener voz y voto en el asunto. De la selección de alimentos que ofrezca a su
hijo, déjele elegir lo que quiera comer y la cantidad que quiera comer. Tal vez
le parezca que esto es darle demasiada libertad. Pero, si usted sigue la primera
recomendación de esta lista, su hijo solamente podrá elegir entre los alimentos
saludables que usted ha decidido comprar y preparar.
Olvídese de la máxima de
"dejar el plato limpio". Permita que su hijo acabe de
comer cuando sacie su apetito. Muchas de las personas que ahora son padres se
educaron con la máxima del plato limpio, pero este enfoque no ayuda a los niños
a escuchar a su cuerpo para saber cuándo han comido suficiente. Si un niño
aprende a reconocer la sensación de saciedad y a reaccionar en consonancia, es
menos probable que coma más de lo que debería.
Empiece pronto. Las
preferencias alimentarias se adquieren muy pronto en la vida, de modo que
empiece pronto a ofrecerle a su hijo un amplio abanico de alimentos. Los gustos
y los desagrados relacionadas con la alimentación se empiezan a desarrollar
durante la lactancia. Así mismo, es posible que necesite darle a probar un
alimento nuevo a su hijo en varias ocasiones antes de que lo acepte. No le
fuerce a comer, limítese a ofrecerle unos pocos bocados del alimento que desea
introducir en su dieta.
Reescriba el menú infantil
típico. Cuando salgan a comer fuera de casa, deje que su hijo
pruebe platos nuevos. Tal vez le sorprenda su deseo de experimentar. Puede
empezar dejándole probar un poquito de lo que ha pedido usted o pidiendo una
tapita o ración reducida para que la pruebe.
Las calorías de las bebidas también
cuentan. Los refrescos con gas y otras
bebidas edulcoradas suman calorías y se interponen en el camino de la alimentación
saludable. El agua y la leche son las mejores bebidas para los niños. El zumo
está bien cuando es al 100%, aunque los niños no necesitan beber mucho zumo.
Ponga los dulces en su sitio. Está bien tomar dulces de vez
en cuando, pero no convierta el postre en el plato más deseado de las comidas.
Cuando el postre se convierte en el premio por haberse comido bien la cena, es
normal que los niños den más valor al pastelito que al brócoli. Intente
mantener una actitud neutra hacia los alimentos.
La alimentación es un factor básico en el
correcto desarrollo de los niños. No confunda la
comida con el cariño. Encuentre formas mejores de decir "Te quiero". Cuando
se utiliza la comida para recompensar a los niños y/o para mostrarles afecto,
los niños pueden empezar a utilizarla como mecanismo para afrontar el estrés u
otras emociones negativas. En vez de recompensar a su hijo con sus manjares
preferidos, abrácelo, elógielo y préstele atención.
Los niños hacen los que hacen sus padres. Sea un buen ejemplo para su
hijo comiendo de forma saludable. La mejor forma de enseñar buenos hábitos
alimentarios a su hijo es comiendo bien. Tome tentempiés nutritivos, coma en la
mesa y no se salte comidas.
Limite el tiempo de televisión y
ordenador. De este modo, evitará que su hijo pique mecánicamente
mientras está delante de una pantalla y fomente en él la actividad física. Las
investigaciones han demostrado que los niños que reducen las horas de
televisión también reducen su porcentaje de grasa corporal. Cuando se les
limita el tiempo de televisión y ordenador, los niños encuentran formas más
activas de pasar el tiempo. Y, si la familia al completo limita el tiempo que
pasan delate de cualquier tipo de pantalla, tendrán más tiempo para estar
activos juntos.
La educación nutricional y la adquisición de hábitos alimentarios
son parte de la cultura alimentaria que una persona adquiere a lo largo de su
vida, y es una labor de los padres y los educadores conseguir aportar esos
conocimientos a los niños.
La alimentación es la base necesaria para un buen desarrollo físico,
psíquico y social de los niños. Por ello, una dieta saludable es vital para que su
crecimiento sea óptimo.
Psicología y Educación para la Salud.
Loly
Martínez